Arbiter elegantiae







34 Semana de Música Sacra de Segovia
Alejandro Bustamante, violín
El violín espiritual
Obras de Biber, Guinjoan, Bustamante y Bach
San Juan de los Caballeros - Museo Zuloaga

Luis Hidalgo Martín

             
 
            Reconozco que durante la Semana Santa soy amante de los tópicos, entre ellos las películas de romanos con los clásicos Ben Hur, Espartaco y Quo Vadis a la cabeza. En esta última, además del histriónico Nerón encarnado por Peter Ustinov, me seduce el personaje del político y escritor Petronio, referido por el historiador Tácito como "arbiter elegantiae". Ni más ni menos que esa idea de árbitro de la elegancia es la que, el miércoles en San Juan de los Caballeros, creó en mi mente la escucha del violinista Alejandro Bustamante. La calidez de su sonido, su finura interpretativa, la concentración de su discurso musical en el que cada nota se muestra como eslabón imprescindible en la cadena expresiva, o su habilidad para mantener la tensión del silencio final que como un marco protector separa la música de la estridencia del aplauso, fueron las fuentes que alimentaron tal pensamiento.
         
            Pero no sólo elegante, también inteligente se mostró Alejandro Bustamante en la confección de un programa que naciendo y muriendo en la época barroca encuentra su madurez en el siglo XX y la actualidad con una selección de obras que, sin ser estrictamente religiosas, invitan a la emoción y la espiritualidad como pocas. 

            La Passacaglia que cierra las célebres Sonatas del Rosario de Heinrich Ignaz Franz von Biber abrió el concierto a la vez que el frasco de las esencias del violinista, sonido redondo y equilibrado, claridad en el difícil tejido polifónico y virtuosismo, orientado no al lucimiento personal sino como herramienta constructiva del edificio sonoro, virtud que volvería a repetirse en la Ciaccona bachiana que cerraría el mágico circulo musical descrito por el violinista.

            Tensió de Joan Guinjoan es una obra de gran complejidad en el aspecto técnico y como propuesta hacia el oyente. Ansiosa y agresiva, con veladas citas al apocalíptico himno Dies Irae que inspirara a compositores como Berlioz, Liszt o Ysaÿe, es una música que exige del intérprete el dominio de numerosas técnicas instrumentales en las que Bustamante demostró su solvencia, pero esa elegancia antes mencionada resultó en este caso ser arma de doble filo. Allí donde el sonido redondo, faltó acritud, y donde la emoción, arrebato.

              Todo ciclo de conciertos debiera siempre estimular la creación de nuevas obras, en esta edición la Semana de Música Sacra de Segovia ha estrenado un total de cinco composiciones. En el concierto que nos ocupa pudimos escuchar por primera vez el Canto al Cristo de los Gascones compuesta por Miguel Bustamante, padre del violinista. Dedicada a la ciudad de Segovia y nacida de las impresiones del autor sobre la leyenda del Cristo medieval es una obra de gran belleza con misteriosas líneas melódicas sostenidas sobre bordones de ecos medievales, sinuosos arabescos y una interesante sección media más agitada y con un lenguaje contemporáneo que poco a poco nos devuelve al ambiente contemplativo original y que felizmente concluye con un literal mutis por el foro.

            De vuelta al Barroco, el concierto concluyó con la monumental Partita 2 BWV 1004 de Johann Sebastian Bach. Obra fundamental del repertorio violinístico, famosa por su inmensa Ciaccona final -muy conocida también por sublimes adaptaciones como las de Busoni, Segovia o Stokowski- y en la que Alejandro Bustamante, haciendo gala de sus dotes para el arbitraje, no incurrió en el error de magnificar la chacona en detrimento de las cuatro danzas precedentes. De nuevo la belleza del sonido, la precisión rítmica, la variedad de carácter, la pulcritud, el equilibrio y ese discurso de amplia visión, capaz de hacer crecer la música, forjaron una interpretación magistral. 


Luis Hidalgo Martín
(Publicado en El Norte de Castilla. viernes 25-3-2016)






Cristo de los Gascones









San Juan de los Caballeros





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